jueves, 22 de mayo de 2014

Sólo palabras

Sonrío otra vez porque recuerdo cosas que se dicen en un divertido grupo de la red, al que accedemos personas de cierta edad, a escuchar música de "nuestros tiempos"   (no puedo evitar pensarme diciendo -nuestros tiempos-  con la voz descompuesta de años, metiendo los labios como si no tuviera dientes, encogiendo los hombros y jorobando mi espalda)...  no estamos viejos,  somos,  salvo excepciones, adultos de cierta edad, vibrantes, interesantes, inteligentes y (obviamente)  con autoestima elevada.   Bien,  te contaba de la risa que por cosas que se han dicho en ese grupo y que por ningún motivo y por puras ganas de pasarlo bien,  se alimentan unos a otros una comunicación sobre toda suerte de temas,  siempre con levedad,  en tono agradable,  sencillo y suave.  Raro es el que trae una carga de comunicación que se muestre demandante, molesta, estresada o malhumorada;  esos son los menos y siempre más evidentes, cuando están.   Yo elijo callarme cuando no estoy de buenas e imagino que así hacen otros, o incluso la mayoría.  Hay días en que resulta imposible entrar al grupo a conversar, por los deberes de trabajo, familia y otras ocupaciones,   todos faltamos ocasional e intermitentemente,  y siempre hay quien nos salude con calidez a la llegada.    Hoy fueron especialmente divertidos.   Este grupo pronto pasará de nivel y se convertirán en personas reales.  Nos vamos a conocer personalmente.

Nosotros los de cierta edad debemos estar agradecidos por ser una de las generaciones que gozamos del mundo tecnológico con normalidad,  como muy nuestro,  cosa que no sucede para gente que pasó a la tercera edad (por no decir años),  ya que ellos parece que no tienen ganas de aprender, no les hace falta, no tienen deseos de revolucionar sus dependencias en la tecnología, que sigue simplificada en una buena cafetera, un buen reproductor de cd´s y una televisión decente,  -los muy complicados, tienen una computadora, con la que pelean hasta el "reset"  al menos una vez cada tres meses...-  mientras nosotros nos compramos un servicio de telefonía celular que tenga alcances de accesibilidad a todas horas, mande y reciba datos diestra y siniestra y estamos emboletados en cualquier cantidad de asuntos virtuales por la red, actualizamos computadora de escritorio, portátil, adquirimos tabletas,  aplicaciones, etc.,  con genuinas ganas de pertenecer al mundo de hoy.  Obviamente no tenemos nada que hacer junto a los chicos, los adolescentes y jóvenes que no solo entienden todos los programas,   los manejan con maestría y nos pueden explicar todo en un lenguaje casi recién inventado.  (Son odiosos).  De todos modos, nosotros estamos dentro del mundo cibernético, así que (sacándoles la lengua a los escuincles),  disfruto con contemporáneos de las redes sociales. 

El mundo virtual está lleno de falsedades.  Mejor nos movemos cautos,  casi todos,   con diplomacia y cortesía superficial en el inicio y luego salen las verdaderas personalidades, la mordacidad, la intensidad y animosidad de cada uno,  (si podemos leer entre líneas).  Adquirimos de la red imágenes divertidas, lindas, cursis,  informativas, denunciantes,  solidarias, políticas, inspiradoras,  con cualquier tema o sin tema alguno y solo por saludar,  para acercarnos un poco.  Hacemos amigos.  Con una facilidad que no tenemos en el mundo real,  nos desenvolvemos populares y mostramos la mejor cara posible (con o sin fotoshop).   En el inicio de conocer a alguien, casi hay que ser medium para percibir lo más cercano a la realidad de la persona con quien hablamos y después de un tiempo, todos nos vamos mostrando como realmente somos.  La gente positiva, como es,  la gente negativa igual.  Los divertidos resultan inteligentes, los cálidos casi siempre son gente de profundos valores familiares, los inspiradores casi siempre son herméticos...  (los que hablamos y hablamos en la vida real,  escribimos en el mundo virtual)   las incongruencias de la vida no excluyen las redes sociales.  Si eres alegre, el mundo real lo percibe y la red también pero  si eres depresivo,  el mundo virtual puede ocultarlo.  (Si eres grosero o ególatra,  nadie en ambos mundos se libra)    Alguna vez se me ha convertido en confidente virtual y para mi fortuna, conocí personalmente a ese amigo, con lo que las cosas tomaron un sentido claro para mí, que tengo problemas para lo intangible del mundo en estos medios.  Al final,  son sólo palabras.    Las amistades tendrán que estar en el mundo real, para mi gusto,  para acabar llamándose amistades de verdad.   Somos seres sociales  y no podemos ni queremos evitar crecer nuestros enlaces con otros seres humanos.   Estrechar una mano de alguien con quien cotidianamente compartes, pienso que en todos los casos será una alegría.   Mientras el universo virtual y sus infinitas posibilidades siga creciendo,  se me ocurre que con suerte,  lo que pensabas que definía a una persona con quien compartiste risas, comentarios y hasta confidencias,  resulte auténtico...   ¡Qué sorpresa!

3 comentarios:

  1. Si, la verdad es que, en este cambiar de los tiempos, el mundo virtual viene a ser un parte-agüas en la conducta comunicativa. Podemos ser y hacer "amigos" que solo están en nuestra mente, con un perfil hecho a medida de aquellos, nuestros mejores tiempos. Como para sentir que no estamos solos...

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    1. y en la fragilidad social, coexistimos. somos muchos, somos iguales. Gracias por leer

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