martes, 12 de julio de 2016

la teoría de la magia y el modus vivendi

Magia para el día:  la receta podría incluir quemar incienso, encender velas, juntar hierbas, amuletos, cabellos, contar con equipo (estilo María Sabina...  o ya de perdido Bette Midler en las Brujas - aunque sé que podrías no ser capaz de eliminar de tu mente a harry potter -trata por favor),  alzar un conjuro que  parezca trabalenguas y decretar al universo (según la ley de la atracción),  con toda tu energía positiva para conseguir...    ¿qué queremos conseguir?

Ya que resulta impráctico plantearse la vida de ermitaños, en algún hueco de tierra o piedra,  en la cima de una montaña,  donde el agua sea constante y tibia, donde encontremos alimento balanceado vegetariano, y el lecho de yesca no pique,  debo continuar en alguna medida inserta en "el sistema";  no vivo de un contrato de 9 a 6 todos mis días, ni estoy sujeta ya mas a aquellos 6 días de vacaciones al año, (si el ahorro alcanzaba);  no muerdo horarios ajenos en el trajinar del lentísimo río de automóviles,  ni reparto o recibo las mentadas consiguientes,  así que "semi-dueña" de mi tiempo,  me entretiene la idea de cuánto tiempo dediqué a defender un departamento en la ciudad,  que estuviese cerca del trabajo,  al que defendía para poder pagar la renta del sitio donde vivir.  El ciclo de la maldición.  Sumida en un estado de latencia emocional porque no venía bien mi emotividad trabajando para una firma de abogados en la zona pudiente de la megalópolis,  y aquel huevito donde pasaba mis noches (porque no había tiempo ni para desayunar),  que nada tenía que ver con el estatus del modus vivendi que suponía mi "exitoso" empleo.  

¿Cuánto tiempo de la vida pasamos sirviendo a propósitos impuestos por el sistema, las convenciones sociales, la "normalidad" de otros?

A cierta edad ya es notoriamente desagradable para mí y no me parece  "lo normal" perseguir un ingreso para sobrevivir,  juntar dinero en una cuenta y engordarla para el viaje mandatorio de compras, la estampa en el pasaporte y los "souvenirs" para los demás.  El dinero es un medio,  pero no el único.  Aunque confieso que hay viajes que quiero hacer por puro placer,  ya no estoy dispuesta a entregar mis riñones, mi columna, presión arterial y circulación sanguínea a un escritorio rodeado de mandones malgeniudos para tener ese recurso.  Los medios para esas vueltas puebleando en mi país o en algún país ajeno,  han de llegar de una manera más feliz que todo aquello.  Conozco gente a partir de personas favoritas, que andan en recorrido por el planeta entero,  dando talento y motricidad a cambio de pan y techo, sin que eso limite  sus alances viajeros,  por ejemplo.  La creatividad en hechos y no amarrada en ideas inconclusas e inalcanzables.  Magia por compartir.

Bien por la gente que prepara la "cierta edad"  con un gran colchón económico,  pero ¿está bien para aquellos que -como dice un refrán,   "matan la salud para conseguir dinero,  para luego soltar el dinero para recuperar la salud"?.  

Que la vida suceda completa hoy,  podría ser el conjuro de magia con que coronar esta mañana:  magia para disfrutar este preciso instante y sonreír;  magia para devolver con una sonrisa,  la sorpresa a alguien que pudiera necesitarla.  Flotar por encima de las demandas comerciales y consumistas, que lo único que producen es dinero y agobio.   Magia para gozar la persona que soy y el tiempo que vivo.   Que la magia sea el modus vivendi. 


domingo, 3 de julio de 2016

Llegó la hora!

Llegó la hora!

Durante casi 30 años me tocó hacer de todo.   Bueno,  no todo,  pero casi.  Con certeza entiendes lo que es echar adelante a una familia;  con la prioridad de tener leche en el refrigerador,  luz en los focos,  pan y huevo para preparar torrejas,  jabón y agua caliente, un techo digno,  los centavos que cubrieran colegiaturas, televisión con canales de música para este puñado de personas bailadoras y cantadoras que me tocó empoderar desde que llegaron.  Hacerlo todo de buenas además, no es sencillo.  

La vida es una complicación de ajustes y esquemas,  de relaciones y rupturas,  expectativas voraces, enfrentamientos con realidades circundantes al universo particular que acaban por afectar, para bien y para mal, quieras o no.  ¿Qué te cuento a ti?, que seguro entiendes.    Detrás de cada chamba aceptada,  la frustración de no haber estudiado lo que quería,  cuando debía, así que jalar aire para seguir empujando hacia delante, todo lo que había en mi responsabilidad no compartida,  porque el individuo que también debía ser responsable, se bajó del proyecto…  si es que alguna vez quiso estar en él.   Años de tareas, deberes,  conquistas, logros, dolores, entregas, sinsabores,  y la venturosa premiación cotidiana de ese trío de sonrisas con que me mandaban a dormir mis personas favoritas.  Si la maternidad en solitario no fuese premiada  diariamente con esas caritas divertidas y amorosas,  sería una tarea simplemente.  Una Tarea desangelada y tormentosa.  Nunca lo fue.  Parte del conflicto de hoy día, es que aquellos años fueron profunda y cotidianamente gratificantes,  así que estar ocupadísima resolviendo todo, era feliz cada día.

Ahora que los pollos ya son un cisne, un zorzal y un quetzal y vuelan libres y cantores por el mundo,   mi nido vacío me enfrenta al espejo.    Tengo un montón de tiempo en 24 horas, diario;  nada en el refrigerador -porque no dan ganas de cocinar si es para mí sola,  y un espejo que me mira curioso, agresivo,  intolerante,  perezoso y entre absurdo y neurótico:  ¿qué vas a hacer hoy?  pregunta en mal tono.    No viene pronto la respuesta, porque a cierta edad, las razones vuelan por otras razones y parece que entre tanto por hacer,  dejé de ser una razón para mí misma.  ¿Qué voy a hacer?   ¿te ha pasado este momento?  ¿qué haces tú?


Por fin tienen oportunidad las letras, los lienzos y sus óleos,  las cuerdas envejecidas de piano y guitarra,  mi garganta suelta para cantar a gritos, mi  horario personal,  la carrera universitaria que quería, las series de tv, mi gato, el gimnasio, las banquetas lavadas de lluvia en mi pueblito, el aroma de los pinos de ese bosque frío que me conoce bien desde hace tantos años,  por fin tiene tiempo mi voluntad sin pendientes  y sola:  mi voluntad en individual y…  que ¿qué voy a hacer?    ¡Voy a hacerlo todo!  No hay más excusas que posterguen la prioridad que debo ser para mi vida, para mi ánimo y mi amor propio.  No hay más razones por las que detenerme y destinar recursos y tiempo en otros, si me quedé “en el tintero” con una voz de “para siempre”…  pero ese plazo también venció.  Llegó la hora.   Llegó mi hora.