miércoles, 9 de abril de 2014

El tiempo es oro

Mientras me dedico este tiempo exclusivamente mío, después de pasar el día en el trabajo,  el silencio me detiene a pensar.  las ideas van y vienen, entran, salen,  mientras completo las palabras que quiero usar, llega una grande.  Esta idea para compartir y justo antes de concretar algo que...   no.  Se ha ido  -por asuntos de edad, supongo-  escapó completa y sin rastro.  Llegan imàgenes y conceptos, nombres, fechas, datos precisos que ocupan un sitio casi físico en uno y por ninguna razón,  como arte de magia,  se esfuman.  Cuántas veces sencillamente olvidamos la palabra que íbamos a responder y con gracia y humor algún samaritano nos informa que "seguro es por la edad".  Maldición.  Biológicamente puede estar emparejado con la fecha de garantía y es por asuntos de edad que hombres y mujeres necesitamos volver a conocernos, a entender nuestros cuerpos, sus capacidades disminuidas,  los intermitentes temores que ocasiona el enfrentarse a la nueva realidad,  los ajustes en la vida laboral, familiar, hábitos y manías,  la condenada emocionalidad que salta de un estado de ánimo al otro,  y el estilo.  Ah,  el estilo que lo salva todo.  Qué sabroso es pasar tiempo con estilo, haciendo lo que sea que elijamos hacer, anunciando al mundo, en un silencio grácil nuestra galanura e inteligencia, que tantas ganas tienen de seguir siendo advertidas por los demás.  Estén como estén.

Crecer con gracia los años mientras el cuerpo replantea lo que somos y lo que podemos, resulta con frecuencia difícil.  Si tan solo el tinte durara más de 20 días, el mundo sería más sencillo de enfrentar.  Si el sobrepeso no nos persiguiera inclemente y las cremas contra arrugas en realidad funcionaran, contarte todo esto sería incluso simple.   Todo tiene ahora que ver con el tiempo.   La realidad de hoy venía persiguiéndonos desde la cercanía con la tercera década, prometiendo cambios y advirtiendo que sacar provecho del máximo esplendor de la vida era lo mandatorio.  hoy somos lo que somos.  lo que hemos aprendido y la feliz memoria de lo que tal vez ya no volveremos a repetir.  A cierta edad,  la vida se intensifica en placeres que desconocíamos o que inconcientemente pasaban de largo mientras la torpeza de otros años nos divertía.    Los acentos de la personalidad se remarcan notoriamente, para bien o para mal y nos hacemos más de todo aquello que ya éramos, hasta rayar en lo ridículo. Sucede todo más vibrante y más importante.  Sin duda alguna, también más sabio y mucho más complejo.

Gozo este tiempo de silencio compartido ahora contigo porque tengo "cierta edad", y ahora  puedo elegir que suene un piano clásico en lugar de las bandas de moda,  aspiro incienso de lavanda en mi ambiente a luz media y sin sobresalto alguno, bebo un té,  charlando aquí,  antes de volver al espejo y desilusionarme un poquito tras  quitarme el disfraz que uso en el mundo de allá afuera,  y llegar al bendito momento de dormir.  Pueden pasar horas hasta que cierre los ojos y ese tiempo me acompañará la novela en turno,  que por cierto está cargada de personajes, por lo que -seguramente- habré de  regresar un par de páginas para retomar el viaje que dejé ayer, sin que me parezca una novela recién comenzada.  Así que,  a tí que tienes cierta edad,  o estás en el inevitable trámite de llegar a ella,  gracias por leer,  disfruta el tiempo que te dedicas y nos vemos mañana.

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