miércoles, 20 de agosto de 2014

pienso... luego existo.

Acierta la oración que encabeza mi tema del día de hoy.  -Descartes dijo,  "pienso,  luego existo"...

Tiempo de cambios se avecina y me son difíciles,  por más que se diga que la vida está en movimiento,  y por mucho que comprenda cómo es que mi propia vida ha estado permanentemente cambiando, y ya debiera tener la costumbre y aceptación,  la verdad es que me resultan incómodos y los relaciono con sensación desagradable.  Tratando de convenir conmigo este inminente suceso de movilidad para el día a día,  he estado pensando.  Me he  dedicado a pensar con toda concentración y enfoque.  Casi me he convertido en un ente virtual, de tanto estar pensando,  descifrando, decodificando, analizando, tratando de resolver,  encontrar el (...) hilo negro y con ello, lo que he conseguido es cargarme de días lentos y pesados,  encapsularme lejos del mundo para observar detenidamente el engranaje de mi mente y su tic tac imparable;  me he quedado en silencio para casi todo y casi todos,  (salvo mi jefe y unos cuantos compañeros, para asuntos triviales,  como el trabajo,  y claro, salvo mis personas favoritas, que leen mi silencio y de inmediato se llenan de voces).  Pienso y voy hilando los eventos, las palabras, las consecuencias, sensaciones, los sentimientos, los errores, las repeticiones y antes de darme cuenta, tengo este hilo de pensamientos hecho una maraña gigante e indescifrable que únicamente consigue crecerme la incomodidad y el miedo.

De tanto que pienso,   existo... pero luego!  existo hasta después!  me hundo en la neurótica urgencia de comprender mientras más me enredo y me pierdo del posible y siempre alcanzable disfrute de las cosas pequeñas que conforman la cotidianeidad.  Con absoluta honestidad,  me doy cuenta y confieso que para cada momento difícil que tuvo mi día,  hubo un algo o un alguien que me hiciera sonreir;  (no diré cuántas veces,  del modo más necio, regresé a mi enjambre de ideas, pese a los pequeños regalos que recibí).  Este monstruo mental.  ¿te ha pasado a tí? 

Pienso,  luego existo, supone que por pensar,  uno cuenta. Ya sabemos, a cierta edad,  pensar a fondo.  Ya uno entiende, aprende y comprende más,  y no pretendo poner a Descartes en duda,  (antes de que me cuestiones),  pero ahora lo veo con una realidad oculta en donde debería -muy posiblemente- mejor desaprender para pensar menos...  (no tengo planes de perder la habilidad).  El punto sería,  como me hizo ver un ser enorme, el día de hoy,  pensar en pequeñito.  Atender los asuntos menores con pasión e intensidad, puede que sirva para modificar el punto de vista.  Si como ella dijo, la vida es fractal,  desde esa perspectiva, cada pequeño evento e instante, pueda pasar con mayor velocidad,  imprimir su propia valía en ese tiempo y conseguir su propia satisfacción, mientras de modo natural pueda hilarse en automático al siguiente suceso, que pasará también en corto y duplicará la sensación agradable, y así sucesivamente.  Por relatividad,  lo pequeño sucede a mayor velocidad y lo grande se mueve lento (piensa en un ratón y un elefante, para que mejor me explique)...    así que,  si atiendo una fracción del día,  un pedacito de mi semana, de mi mes, de mi vida,  la fracción que está sucediendo justo en este momento,  con genuina atención,  pasa de modo sencillo, desprovista de cargas ajenas al estricto presente,  y con ello,  libre del pasado y del futuro,  sensible a su voluntad y su emoción.  Así de fácil,  este momento ha quedado limpio de los terrores de ayer o mañana, para pintarlo de lo que yo elija.  ¿no es maravilloso?  Voy a aplicarme esta teoría fantástica y a ponerle tal cuidado,  que pueda enfrentar la cadena de eventos como eslabones individuales y pulirlos uno a uno para mi propio gusto.  Si son cambios, o son repeticiones,  portarán su propio valor y a la vuelta, seguro habrá alegría, aprendizaje, crecimiento.  Mi sincera gratitud frente al concepto.  Acierta el tema, para lavarme la gravedad hecha nudos.  Y no esperes que lo piense mejor. 






2 comentarios:

  1. Descartes le dio con esa frase una importancia magistral (casi insoportable) al pensamiento, en donde todo lo que existe, existe porque lo pensamos y no al revés. Entonces yo existo porque soy capaz de pensarme. Realmente confuso.
    Sin embargo, ¿cómo puede ese estamento explicar la existencia de las cosas que no somos capaces de pensar? o es que antes que las pensemos ¿no existen? Por ejemplo, si voy al jardín y rasco la tierra, encuentro bichitos... ¿los bichitos no existían antes de que yo los encontrara ahí? Quizá se ha sobre valorado esta capacidad tan nuestra de percibir al mundo con la razón. Si nuestra percepción se pareciera más a la de un animal, no sufriríamos tensiones ni ansiedades relacionadas con ayer u hoy. De ahí la maravillosa importancia que describes, de nuestra facultad casi virtuosa para enfocar el mundo y la realidad que nos contiene. En la escala diminuta que representa nuestra vida humana frente a las escalas planetarias y universales, todavía hay mucho drama. Quizá nos convenga pensar como bichito de jardín por un rato, para que el movimiento de un pastito comience a ser tan importante como el nacimiento de una estrella. <3

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  2. gracias para cada día fractal, Enorme Máfer <3

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