lunes, 4 de agosto de 2014

La vida es a color

Una de las peores cosas que me pueden suceder por las mañanas de trabajo,  es la crisis del "¿qué me pongo?".  Por trivial que pueda sonar,  el qué elegimos vestir, puede cambiar el día entero, no solo porque la ropa en turno nos quede bien puesta, sin saltar llantitas, sin apretar donde no debe, sin abrirse por ningún botón...  hayamos crecido las dimensiones, o no,   debe resultar cómodo para estar todo el día en buena forma,  con los zapatos adecuados, cómodos también;  además de semejantes complicaciones,  el asunto del color lleva una carga importante para el estado de ánimo,  por lo que sentimos,  lo que vibramos,  lo que decimos de nosotros mismos.  Este mundo instantáneo de hoy,  es de imágenes para todo.  Tal vez no es sólo de nuestro tiempo:  "como te ven,  te tratan",  decía mi abuela (y yo lo repito ahora a los pobrecillos que han tenido que aguantarme como guía).  Quizás tampoco es tanto de imágenes como yo creo y resulte que estoy exagerando su importancia, (no sería raro en mí).  

En mi mundo laboral el color es casi por completo ausente.   Hombres y mujeres vestimos de negro y podría atreverme  a decir que hoy hay más colores vivos y alegres en la moda de los varones, especialmente en los jóvenes, (es decir, entre la segunda y tercera década...  que no tienen nuestra "cierta edad"),  que combinan corbata del color de los calcetines y éstos pueden ser naranja o violeta,  rosa o verde casi fosforescente,  para resaltar (como focos encendidos)  en un entalladísimo traje negro o gris "oxford";  las mujeres,  cuando menos formales, mallas negras y un blusón con algunas líneas o vivos de colores más conservadores, como rojo y blanco;  de otro modo, vestidos demasiado largos o demasiado cortos, también en negro, zapatos de plataforma y tacón altísimo (como el segundo piso) y enormes collares con tamaño de pechero Azteca, pero de marca extranjera,  que venden en las tiendas de moda.  Todo negro.  La ausencia de color.  La base en la moda de oficina, es el negro.  

Es un problema con revés para mí,  que estoy tratando de salir del luto que me trajeron varias pérdidas familiares que me han resultado muy difíciles de superar.   En mi "era de perder"  me vestí de negro total y una parte de mí se quedó atorada ahí.  Cuando llegaba el tiempo de ir pasando del profundo dolor a la resignación,  llegó otra pérdida y en poco tiempo, otra más.  Por ninguna causa en común, tuve que despedirme de casi una decena de seres que consideré tan míos como la piel que me guarda,  en algo menos de tres años.   La vida siguió y mientras  me pasé,  junto con otros seres amados,  la cadena de tremendas tristezas,  pero había que seguir "funcionando".   -Tengo el genuino deseo de que a tí no te haya sucedido nunca y que no te toque pasarlo jamás.    El negro se hizo mi propia ausencia de color.    No sólo aprendí a vestir a diario de negro por años,  sino que aparentemente además,  desaprendí los colores.  Reconciliarme con ellos me ha sido una tarea complicada,  como si mi incapacidad para "soltar"  se hubiese adueñado de mi fuerza de voluntad y se empeñara en mostrarse, a través de los años que ya se van juntando,  después del último de mis lutos.  Con ello,  grave,  literalmente obscuro y plano se me ha atorado el ánimo de placeres  y diversiones que iban bien con los colores.  Deben regresar.  La vida es a color.

No tenía la intención de entrar der lleno en la época más triste de mi vida,  discúlpame por favor;  regreso sin querer a ella,  como regreso al atuendo negro o sus escasas posibilidades combinado con blanco, rojo o "beige",  que por más elegante  se diga que es y más conveniente sea salir con negro de la cotidiana decisión de qué vestir,  aparece con una "normalidad automática"  que me devuelve a la sensación dolorida y pesada,  que para nada hace las cosas más fáciles.  Necesito colores de regreso.  Me lo dicen quienes han ido a las tiendas conmigo.  Mis personas favoritas,  las más cercanas,  insisten en azules encendidos,  rosa, verde, naranja,  (mientras yo finjo no estar mirando los tan de moda atuendos negros)  y si tengo suerte,  algo encuentro que consigue su aprobación,  (porque no es negro).  La moda y usanza de mi zona de trabajo, pueden irse al diablo porque me propongo volver a los colores favoritos que siempre tuve.  Una bruja me enseñó que los Lunes (luna) el ideal es vestir de blanco,  los Martes (Marte), de rojo,  los Miércoles (Mercurio) de naranja,  los Jueves (Júpiter) hay que vestir de verde y los Viernes, (Venus),  de rosa.  (Éste último siempre me ha dado más problemas para vestir, que ningún otro color).  No recuerdo si hay colores "designados"  para el fin de semana,  pero siempre se puede usar algo tan alegre como el amarillo con unos "jeans". 

La vida se replantea todos los días.  Nos vamos reinventando a cada paso,  casi con cada decisión minúscula y podemos elegir si acierta la edad que hemos conseguido hasta el día de hoy,  con cada experiencia,  con cada color.  Hay culturas en que el negro aplica para la gente mayor, para quien ha enviudado, para quien está casada,  casi como una forma de segregación social.  Por fortuna en mi país eso no existe (¿verdad?).   La crisis de "¿qué me pongo?" puede comenzar a ceñirse a la paleta astral -donde ningún día es conveniente la ausencia del color,  y así me voy sacando lo que me queda del hábito de tristeza que niega quien realmente soy.   Mi color favorito es el amarillo.  ¿cuál es el tuyo?


3 comentarios:

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  2. Cafe y si se vale añadir uno mas, naranja,
    Ahora me viene a la mente una platica que tuvimos con uno amigos queridos que en una entidad Michoacana donde quedo detenido el paso del tiempo, el luto dura 7 años cuando fallece un esposo, te guste o no. Vaya que estarian pensando en ese momento con el comentario.
    Escritora, gracias por esta nueva entrega

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